Factores de riesgo
Cada
vez aumenta más la cantidad de niños diagnosticados de trastornos del espectro
autista. No está claro si esta cifra se debe a una mejor detección e informe, a
un aumento real de la cantidad de casos o a ambos. Estos trastornos afectan a
los niños de todas las razas y culturas, pero hay determinados factores que
aumentan el riesgo de padecerlos.
- El sexo. Los
niños tienen cuatro veces más posibilidades de padecerlos que las niñas.
- Antecedentes familiares. Las familias con un niño con trastorno del espectro autista tienen mayor riesgo de tener otro hijo con el mismo trastorno. Es frecuente que padres y familiares de un niño con trastorno del espectro autista tengan problemas menores con las habilidades sociales y de comunicación
- Otros trastornos. Los niños con ciertas enfermedades tienen mayor riesgo de padecer un trastorno del espectro autista. Por ejemplo el síndrome del cromosoma X frágil, un trastorno hereditario que causa problemas intelectuales; la esclerosis tuberosa, enfermedad en la que se forman tumores benignos en el cerebro; el síndrome de Rett, enfermedad genética que aparece mayoritariamente en niñas y provoca un crecimiento más lento de la cabeza, incapacidad intelectual y pérdida del uso útil de la mano.
- Bebés prematuros. Bebés seismesinos tienen un mayor riesgo de padecer un trastorno del espectro autista.
- Edad de los padres. Se sigue investigando la relación existente entre los niños nacidos de padres mayores y el trastorno del espectro autista.
Complicaciones
Los
problemas que poseen las personas que padecen un trastorno del espectro autista
con las relaciones sociales, la comunicación y la conducta pueden dar lugar a
problemas en el colegio y en el aprendizaje, problemas laborales, incapacidad
para vivir de forma independiente, aislamiento social, estrés familiar,
victimización y ser objeto de intimidaciones.
Prevención
El
diagnóstico e intervención tempranos son lo más útil, y pueden mejorar el
desarrollo del lenguaje, las habilidades y la conducta. Sin embargo, la
intervención es útil a cualquier edad. Los niños, en general, no dean de tener
los síntomas respectivos al trastorno cuando crecen, pero aún así pueden
aprender a desempeñarse adecuadamente.
Bibliografía:
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